Faltando una semana para realizar la ruta, un
servidor y uno de los responsables del grupo, en concreto José, comentábamos
que las previsiones parecían buenas (sol y nubes) de cara a la fecha de la
ruta. Según fue transcurriendo la semana, esas buenas noticias se iban a
emborronar, y lo que se suponía iba ser un fin de semana agradable,
previsiblemente iba a pasar a ser un fin de semana con frío y con presencia de
nieve, así que nuestro gozo en un pozo.
Pese a ello, fue transcurriendo la semana y
llego el día fijado para la ruta. Poco antes de la hora citada para salir hacia
el punto de partida pudimos comprobar cómo unos pocos copos de nieve nos
anunciaban que las previsiones no fallaban y podía ser una jornada “movidita”.
Con estas premisas y como es habitual en el
grupo, a las 8:00 horas quedamos en las inmediaciones de la Parroquia de San
Pablo. En esta ocasión nos dimos cita 23 personas para realizar la ruta
prevista. Una vez nos repartimos en los distintos vehículos pusimos rumbo a
Eterna, nada más salir de la ciudad pudimos comprobar cómo nevaba con mayor
intensidad lo que hizo que tuviésemos que ir con mayor precaución con los
vehículos pese a que el estado de la carretera era bueno. Llegamos a Eterna,
donde nevaba de manera abundante, incluso nos hizo plantear a cada uno/a de
nosotros/as si iba a ser posible realizar la ruta. Pero “al mal tiempo buena
cara”, así que una vez nos preparamos acorde al tiempo que se preveía nos dispusimos
a realizar la ruta, no sin muchas incógnitas en la cabeza: ¿nevara mucho a lo
largo de la ruta? ¿Serán las rachas de viento tan intensas como se preveían?
¿Lograremos terminar la ruta?
Primeros pasos en la localidad burgalesa de Eterna
Caminando en fila india por el sendero
Para
disipar todas estas cuestiones lo mejor era ponerse en marcha y así lo hicimos.
Partimos desde Eterna por un amplio camino y llegamos a la altura de una nave
(esta se queda a nuestra derecha) y comenzamos poco a poco a ascender. A los
pocos metros nos encontramos con una valla para el ganado, la abrimos con sumo
cuidado y continuamos hasta dar a un buen camino, pero a los pocos metros nos
salimos con el fin de bajar a un vallecito para cruzar un pequeño arroyo e
introducirnos en un bello hayedo.
Panorámica de Eterna
La nieve dejaba un bello paisaje
Subiendo por el hayedo
La subida por el hayedo hubo que tomársela con calma
La subida “se las traía” pero estábamos en un
paraje de ensueño y poco a poco dimos con la subida. Tras coronar el alto,
paramos para reagruparnos y darnos un pequeño respiro tras la subida. Arriba había
una intensa niebla y nevaba, por lo que los caminos apenas se apreciaban. Estos
factores hicieron que tuviésemos que andar un poco más para llegar al
despoblado pueblo de Anguta. En las inmediaciones de este pueblo riojano, en
concreto en el pilón, nos dispusimos a almorzar, la verdad que no nos
entretuvimos mucho ya que al estar parados el frío hacia mella y se metía en el
cuerpo y las manos se entumecían. Hicimos la foto de familia en la iglesia y
continuamos por un amplio camino que nos conduciría primeramente a la laguna y
posteriormente al objetivo de la ruta: la acebeda de Valgañon. Una vez llegamos
a la laguna cada vez nevaba con mayor intensidad pero el objetivo estaba cerca.
Llegamos a la acebeda, un lugar con una magia especial, por un lado los acebos
y por otro viejas hayas que dan la sensación que hacen de guardianes del lugar.
Caminando por el hayedo
Foto de grupo en el despoblado pueblo riojano de Anguta
Entrando a la acebeda de Valgañón bajo una intensa nevada
Foto de grupo en la acebeda de Valgañón
Tras
realizar nuevamente una foto de grupo y dar una pequeña vuelta circular por el
entorno, retomamos nuestros pasos, esta vez a la nieve se la unía el viento que
nos daba de cara, así que tocaba aguantar el tirón. Poco a poco llegamos al
amplio camino, recorrimos unos metros por él para coger un nuevo camino a
nuestra derecha que nos conduciría sin pérdida alguna al segundo pueblo
abandonado de la jornada: Pradilla de Belorado. Allí realizamos una improvisada
batalla de bolas de nieve, tras este pequeño “recreo” nos encaminamos a nuestro
destino
de partida: ETERNA.
Acebo cubierto de nieve
La nieve y el viento se unieron a la altura de la laguna
Caminando de regreso a Eterna
Iglesia en Pradilla de Belorado
Este tramo fue curioso, parece que estábamos en
tierra de nadie, por un lado teníamos sol pero según mirábamos hacia el norte o
el sur el cielo estaba realmente negro. En esos momentos no nevaba, continuamos
caminando hasta coger varios cruces a nuestra derecha y caminar por una especie
de meseta. Cuando quedaba muy poquito para llegar a Eterna, la nieve volvió hacer
acto de presencia, pero ya prácticamente habíamos concluido.
Bella panorámica de la Sierra de la Demanda
En Eterna, gracias a la gente del pueblo
pudimos comer en un local. La verdad que se agradeció el gesto y pasamos una
fenomenal sobremesa en la que el maestro Esteban nos volvió a deleitar con una
fenomenal “queimada”. Tras pasar un buen rato, tocaba regresar a Burgos. La
nieve había dejado de caer y la carretera a Burgos estaba en perfectas
condiciones. En definitiva una nueva jornada, cargada de emociones, parajes
nuevos, vivencias de las que a buen seguro quedaran guardadas para siempre en
cada uno de nosotros.