A la hora habitual se dieron cita un buen número de senderistas con el fin de realizar la ruta con la que iniciábamos nuestra andadura en este nuevo año 2012. Para tal fin nos trasladamos a la villa de Pradoluengo, más en concreto al paraje denominado Área recreativa Acebal-Vizcarra.
Allí aparcamos los vehículos y nos dispusimos a realizar el recorrido previsto. Para ello comenzamos a caminar por un amplio camino que se adentra en el pinar. Veremos las famosas marcas blancas y amarillas que nos recuerdan que vamos por el buen camino.
Pronto llegaremos a un poste indicativo y giraremos bruscamente a nuestra izquierda para coger la pista en la que el letrero indica “Senda de la muñeca”.
Nuestro primeros pasos
La ruta no da tregua y “pinga” para arriba. Los miembros del grupo empiezan a coger color, caen las primeras gotas de sudor y se van haciendo diversas paradas con el fin de ir quitándose ropa, beber agua…
Continuamos nuestra ruta siguiendo las marcas y ascendiendo en todo momento. Llegamos a Caseta Blanca, donde nos damos un pequeño respiro y aprovechamos para agruparnos.
Parada de reagrupamiento 
El inicio de la ruta no da tregua y mires por donde mires todo es cuesta arriba
Tras este pequeño parón, continuamos la marcha y a los pocos metros nos encontramos con un fuerte repecho que nos conducirá a la Cruz de Guirlando, donde hay unas excelentes panorámicas de la zona. Tras hacernos la pertinente foto de grupo, ver las bellas panorámicas de la zona… nos toca descender hasta llegar al panel indicativo que nos señala “Fuente de la Berrungaña - Senda de la muñeca”.
Panorámica desde el "Balcón de la Demanda"
Foto de familia en la cruz de Guirlando
Al encuentro de la Fuente de la BerrungañaNos adentramos por esta bella senda que nos conducirá al nombre que da la ruta: Fuente de la Berrungaña. Allí paramos para reponer fuerzas, la verdad que es un bello entorno para descansar.
Almorzando en la "Fuente de la Berrungaña"
La bajada de la Fuente de la Berrungaña estaba un poco complicada, pero la barandilla ayudaba un poco
Expectación por ver si alguien se caía, al final todos/as libramos.Tras este inciso continuamos la marcha, se nota en nuestros amigos senderistas que las cuestas anteriores no han sido en balde y que el cansancio se va acumulando.
La senda va a salir a un ancho camino, giramos a la izquierda y bajamos unos metros por el hasta llegar a un panel indicativo (a nuestra derecha) que nos indica la entrada a la Senda de la muñeca y para allá que vamos. El grupo se estira en fila india y nos adentramos por esta sendita que atraviesa un bonito hayedo. Llegamos a un lugar donde se encuentra una mesa y un cartel indicativo que señala “El Nacedero”. Nos agrupamos nuevamente y continuamos la senda (no cogemos la senda al Nacedero) La senda asciende nuevamente aunque de forma menos brusca y va a dar a un amplio cortafuegos, bajamos por este hasta coger un camino a nuestra derecha que va por el término del Acebal.
El grupo caminando por el hayedo
El camino estaba tapado por un manto de hojasEn este trayecto nuestros amigos senderistas disfrutan de la magia del entorno: acebos, camino plagados de las hojas de los hayedos. El camino va a dar al paraje conocido como “La Pasada”. Allí nuevamente nos reagrupamos con el fin de regresar todos juntos a Pradoluengo. Bajamos por el camino-carretera de San Antonio. Una vez llegamos al pueblo, los conductores subimos a buscar los vehículos.
"Caminando bajo las hojas"
Esteban realizó una fenomenal queimadaTerminada la ruta nos dispusimos a comer, esta vez toco “bajo teja”. A lo largo de la mesa se dispusieron las distintas viandas: chorizo de pueblo, morcilla de Quintanilla San García acompañada de sus respectivos pimientos, bocaditos de chaca y mahonesa, guindillas, buñuelos de calabacín, vino de la tierra… y como postres caseros, que a cada cual mejor: Flan, tarta de manzana, numerosas pastas, chocolate… La verdad que todo muy rico, rico. Para completar la comida y poner la guinda, el maestro Esteban realizo la tradicional “queimada”.
Tras todo esto, terminamos la sobremesa recogimos los distintos bártulos para trasladarlos nuevamente a nuestros hogares. En la mente quedara el rato que vivimos a lo largo de esta jornada en la que pudimos disfrutar de la belleza de la zona, de la inmensidad y grandiosidad de la naturaleza y de lo bello que es compartir con los demás y tener la oportunidad de convivir con otras personas que comparten tus mismas aficiones. Un saludo “nos vemos en las sendas”.
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